lunes, 21 de marzo de 2011

¿QUÉ HACEMOS EN LIBIA?


    El presidente Zapatero, al igual que Aznar en su momento, nos involucra en una guerra sin pasar por el parlamento.  Ha esgrimido propósitos humanitarios. En teoría, uno puede concebir una acción bélica humanitaria, en defensa de los derechos humanos, pero, ¿cuántas de ese noble género nos ha sido dado conocer a lo largo de la historia? 
     La coartada humanitaria es, a la luz de la historia reciente, la más sospechosa de todas:  la manera habitual de proteger a los inocentes es como para echarse a temblar.
    Antes de celebrar la acción emprendida contra Gadafi haríamos bien en recordar las enseñanzas del viejo Tucídides, pues nos encontramos ante un asunto de poder, cuya lógica subyacente será descifrada en el futuro… Lo que acaba de empezar va para largo, aunque –como de costumbre– se nos haya hablado de una campaña breve.
    Vale la pena subrayar la reacción de la Liga Árabe. Estaba a favor de unas zonas de exclusión aérea, pero, a la vista de los hechos, acaba de declarar lo siguiente, por boca de su secretario general,  Amr Moussa: «Lo que está ocurriendo en Libia difiere del objetivo de imponer una zona de exclusión aérea, y lo que nosotros queremos es proteger a los civiles y no bombardear a más civiles».  El humanitarismo es incompatible con el daño resultante, y usarlo como coartada es un pecado contra la humanidad, una felonía, aparte de una torpeza si de lo que se trata es de dar lecciones de moralidad.

jueves, 17 de marzo de 2011

FUKISHIMA, ÚLTIMO AVISO


    Estamos con el alma en vilo, asistiendo a la  lucha por limitar el accidente nuclear, hasta ahora llamado “incidente”.
    Con tristeza, confieso que mi atención propende a desviarse del dolor de las víctimas del terremoto y del tsunami, de la catástrofe natural al accidente causado por la arrogancia de quienes han creado el monstruo de Fukushima. 
   Todas las seguridades que nos han dado han acabado en nada, como era de temer. Y ahora, como en Chernobil, el destino de muchos depende de la abnegación de los “liquidadores”, metidos en una lucha titánica con medios asombrosamente primitivos.     
    ¿Cómo acabará esta pesadilla? No lo sabemos. ¿Cuántas mentiras tendremos que soportar? Muchas, a juzgar por la experiencia. ¿Cuántas víctimas directas e indirectas causará esta catástrofe que la humanidad se ha ganado a pulso? Que nunca serán contadas una por una, eso ya lo sabemos. Quisiera pensar que Fukushima es el último aviso. Porque no hacen falta más. 

martes, 22 de febrero de 2011

CON LIBIA EN EL CORAZÓN


    Sobrecoge pensar lo que está pasando allí.  Los acontecimientos de Túnez y de Egipto nos recordaban el inmenso poder de una protesta pacífica, en la línea de la resistencia activa no violenta de Gandhi, poder en el que se fundan, en medio del absurdo en que ha caído nuestra civilización, nuestras esperanzas, las pocas que nos quedan. Gandhi consiguió echar a los ingleses por ese procedimiento, como los tunecinos y los egipcios se las han arreglado para obligar a sus respectivos tiranos a arrojar la toalla, lo que hasta hace poco habría parecido imposible.
    Gadafi  ha optado por defender su trono a tiros, lo que, en mala hora, nos recuerda los límites de la resistencia activa no violenta y, de paso, los límites del concierto internacional en que nos movemos.  Sus alevosos procedimientos represivos y sus amenazas pueden inducir a muchos de sus oponentes a olvidarse de la no violencia. De momento, lo único claro es que, mimado por el FMI, sentado sobre sus pozos petrolíferos, Gadafi ha emprendido una huída hacia adelante. Ahora veremos hasta dónde le dejan llegar sus valedores, esos que, con gusto, iban a sentarse en su lujosa tienda con los ojos puestos en sus propios intereses. Que Gadafi era inmanejable, eso lo sabíamos todos. 

lunes, 14 de febrero de 2011

Y SE FUE MUBARAK…


    Es para  celebrarlo, desde luego, pero ahora empieza la parte más difícil, la Transición a la democracia. Con la salud tocada, a edad avanzada, Mubarak ya no daba más de sí, y esto lo sabían sus valedores, que ahora se esmerarán por controlar todo el proceso, desde el principio hasta el final. Si tenemos en cuenta que hasta la Internacional Socialista figuraba entre los valedores del tirano defenestrado, podremos hacernos una idea aproximada del reto que espera al pueblo egipcio. Los poderes fácticos siempre han sido muy habilidosos en este tipo de situaciones, y la Transición egipcia no cuenta, como ocurrió en el caso de la española, con viento a favor. El miedo al fundamentalismo islámico se presta a todo tipo de manipulaciones, los intereses creados son duros de roer, los recursos del capitalismo global, asfixiantes, en tanto que la situación geoestratégica del país tiene con el alma en vilo a gentes temibles.  El mundo libre ganará mucho si vencen los demócratas egipcios; si pierden, mejor no pensarlo.

jueves, 3 de febrero de 2011

CON EGIPTO EN EL CORAZÓN


Por un momento  pudo parecer que la voluntad del pueblo egipcio, expresada en la calle, en el único espacio político disponible, lograría poner fin a la prolongada dictadura de Mubarak. Esa fue la hora de la esperanza. Ahora el panorama se ha oscurecido considerablemente: el dictador ha lanzado a sus gorilas contra los pacíficos manifestantes, se acusa a los extranjeros y a los Hermanos Musulmanes de ser los genios malignos de la protesta, se intimida a los periodistas, se dispara contra la multitud. Toda dictadura tiene un lado tenebroso y la de Mubarak no es una excepción. Sin duda, éste está sobrado de medios para aplastar el movimiento contrario a su persona. Afortunadamente, ya que quedado atrás el punto en el que podía actuar bajo cuerda. En adelante, cualquier acción violenta se volverá contra él, y lo sabe. De ahí el peligro de que trate provocar la violencia de los oprimidos, para justificar la propia. Que debería marcharse ya, esto también lo sabe. Otra cosa es que quiera convertir Egipto en un infierno.

sábado, 29 de enero de 2011

JUGANDO CON LAS PENSIONES


   El acuerdo sobre las pensiones ha dado lugar a comentarios francamente irritantes. Así, nos ha sido presentado como un “gran pacto social”. Se nos da a entender que tanto el gobierno como los sindicatos han hecho lo que tenían que hacer, muy responsablemente.  Todo esto, así como la palabra flexibilidad,  forma parte del maquillaje, de un  juego de mercadotecnia y relaciones públicas al que no termino de acostumbrarme. Aquí lo único claro es que los derechos del trabajador han sido recortados de forma alevosa y con cargo a la ancianidad, y no a mayor gloria de la sostenibilidad del sistema de pensiones sino a mayor gloria de los amos de las finanzas. Como está claro que se ha llegado a esa chapuza sin ningún “pacto social” digno de tal nombre. El acuerdo forma parte de una regresión imperdonable. 

martes, 18 de enero de 2011

ROPA INTERIOR FEMENINA: EL FALLO DE LA CORTE DE COLONIA


     Vivimos en tiempos de regresión. Los trabajadores de una empresa de seguridad aérea alemana, hartos de que sus jefes les dijeran cómo tienen que vestirse, sometieron el caso a los tribunales, y perdieron. Resulta que los jefes mandan no sólo sobre los temas laborales sino también sobre aspectos tan personales como la longitud de las uñas o de la barba. Lo que me recuerda el reciente caso de los empleados de un banco suizo.
    Las trabajadoras alemanas, explica el alto tribunal, sólo pueden usar sujetadores blancos o de color carne. Es muy importante que la prenda no se transparente, caso en el cual se recomienda encarecidamente el uso de una camiseta. Las uñas no se permiten de más de medio centímetro. Los caballeros tienen la obligación de  llevar una barba debidamente arreglada, cortita…
    Estas cosas forman parte de la necedad creciente de los tiempos que nos toca vivir. Y una de dos, o se hace algo, o acabaremos todos bajo superior dirección. Los que somos algo mayores tendremos que recordar a los más jóvenes que desafiar los gustos estéticos del poder establecido siempre ha tenido un precio. En su momento, fue necesario arrojar a la basura los sostenes y corbatas,  como fue necesario lucir barbas y cabelleras robinsonianas. ¡Qué lucha la de aquellos tiempos! Claro que, al ser expulsados de aquí y de allá, no habríamos tenido la ocurrencia de ir con nuestras cuitas a  los tribunales.