jueves, 24 de septiembre de 2009

¡VIGILAOS LOS UNOS A LOS OTROS!

Muhamad Yunus, el afamado “banquero de los pobres” (en rigor, de los “pobres para siempre”), considera de lo más práctico y noble que los servicios de vigilancia a través de circuitos cerrados se encomienden a los aldeanos pobres de Bangladesh… Si la técnica lo permite, ¿por qué no?

Si alguien trata de robar algo en el supermercado de El Corte Inglés de Madrid, la abuelita hindú, rápida como una centella, pondrá en marcha a los de seguridad.... "Probablemente –comenta Yunus, como quien acaba de dar en el clavo–, recibirás un servicio mejor, porque los monitores serán escudriñados por toda la familia." Que yo sepa, nadie ha puesto el grito en el cielo.

No se trata de un asunto menor. Por ejemplo, la atención de las doscientas cámaras de videovigilancia que formarán parte de la barrera entre México y Estados Unidos requerirá la atención de no menos de cien mil observadores, probos trabajadores o soplones según la perspectiva. La idea de que los pobres se vigilen unos a otros tiene un gran porvenir. Vamos hacia un mundo panóptico, con la correspondiente cultura de la delación.

martes, 22 de septiembre de 2009

“BUENISMO” Y “MALISMO”…

El buenista número uno es el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, la diana del concepto, con forma de flecha o de venablo. Ahora se usa también contra Barack Obama y, a creer a ciertos comentaristas ufanos, ya no se sabe quién de los dos es más buenista.

El buenismo no es una forma de hipocresía; es una característica propia de tontainas, de idealistas, de ingenuos, de gentes incapaces de hacerse cargo de la realidad. Ahora bien, seré sincero: yo prefiero ser considerado un buenista a verme en compañía de quienes utilizan esa palabra como insulto.

Tenemos un retrato robot del buenista, pero nos corre cierta prisa tener un retrato de su oponente y perpetuo ofensor, el malista, un tipo de cuidado.

Por lo que tengo observado, al malista le gusta ir de duro y dar a entender que a él no le tiembla la mano, que ha leído a Maquiavelo, que sabe lo que se hace, que es muy macho y hasta que ha entendido a Bush y a Cheney… a su juicio dos auténticos estadistas. No se le puede dar mucha cuerda porque acaba diciendo barbaridades.

ADENDA SOBRE EL TEMA UNIVERSITARIO

No tengo más remedio que hacer mío un comentario crítico a mi anotación sobre el Plan Bolonia. Estoy muy agradecido a mi anónimo comunicante. Por algún mecanismo freudiano no he querido ver que el mal que veo venir sobre nuestra vida universitaria ya se abatió sobre ella y que, como él me señala, el espíritu crítico se evaporó hace tiempo...
La Universidad no va a ser prostituida por el Plan Bolonia, pues ya lo está. Ahora bien, añadiría, lo que se hizo de tapadillo, tanto desde la derecha como desde la izquierda, ahora se hará con descaro, alevosamente. Para mí, estudiante en los años finales del franquismo, esto es muy triste. Se esperaba, desde luego, que la Universidad del futuro sería estupenda, abierta, plural, bien dotada... Con un Departamento de Filosofía acosado, casi triturado, por las "fuerzas del orden", cerrado durante meses, el futuro era, desde luego, importante.
De ello hablábamos muchas veces con Carlos París, que venía a dar clase a los alumnos nocturnos y que nos defendía contra los sucesivos proyectos de erradicación... Ni él ni yo, su alumno, queríamos una universidad clasista, elitista y vendida al mejor postor. La eliminación de los nocturnos, los números clausus, la burocratización creciente del acceso a las distintas carreras y el estrangulamiento económico fueron los primeros pasos por el camino de perdición.
En resumen, que me duele lo ocurrido, la verdad expresada por mi anónimo comunicante, y lo que ocurrirá...

lunes, 21 de septiembre de 2009

EL PLAN BOLONIA: HACIA UNA UNIVERSIDAD PROSTITUIDA

Se ha hablado mucho, desde hace tiempo, de modernizar la Universidad, de acomodar la formación académica a las demandas del mercado laboral, de favorecer la movilidad europea de los estudiantes, de barrer el polvo y de quitar las telarañas… Y aquí tenemos el Plan Bolonia, llegado, por lo que parece, en el momento oportuno, tras madura reflexión.

Lo malo –lo terrible–: so pretexto de modernizar y vivificar, el Plan comporta un latrocinio encubierto, una aviesa liquidación de la universidad pública. No me sorprende en absoluto que muchos estudiantes se rebelen contra semejante atropello.

De aplicarse el Plan, entregada a intereses privados, la Universidad perderá su necesaria autonomía, esto es, abdicará de su función social y de su compromiso con búsqueda de la verdad, su razón de ser.

A nuestros hijos y nietos les espera una Universidad pública prostituida, clasista, elitista, controlada y exprimida desde fuera con criterios empresariales. Sólo se podrá hacer con un currículo decente aquel que se lo pueda pagar… Las pobres humanidades tendrán que contentarse con una existencia fantasmal. Y todo ello con el mayor descaro, en nombre de la eficiencia y contando con la pasividad y la complacencia de una sociedad que prefiere no prestar atención a lo que nos estamos jugando.

Presenciamos una operación de largo alcance. Se trata, por un lado, de disfrutar de un cómodo monopolio del conocimiento; por el otro, de absorber recursos públicos desde el mundo empresarial; y lo que es decisivo, se trata de acabar con la Universidad como referencia crítica, algo que siempre formó parte del abecé del… totalitarismo.

Por haber sido el epicentro de los movimientos críticos de antaño, la Universidad pública ha venido padeciendo, desde hace varios lustros, una dolorosa erosión. Y ahora, si nada lo impide, asistiremos al último capítulo, titulado “la venganza del orden establecido”.

Al respecto, considero de obligada lectura el libro de Carlos Fernández Liria y Clara Serrano García, titulado El Plan Bolonia (Catarata, Madrid, 2009, http://firgoa.usc.es/drupal/node/41906).

BASURA RADIACTIVA

Me dicen que, a no dudar, se encontrará la manera de reciclar la basura radiactiva “el día de mañana”… Basta un pequeño gesto de escepticismo para que mi interlocutor ponga cara de pocos amigos… Tomemos nota: lo nuclear se ha convertido en una materia tan delicada como la religión, por lo que nada tiene de extraño que las grandes promesas vengan en el lote.

Los fundamentalistas de la energía nuclear son, por lo que he podido comprobar, gentes de fe sumamente tercas. Creen que la capacidad técnica del homo sapiens es ilimitada y creen, de paso, en la bondad y en la seriedad del sistema en que vivimos.

Chernobil no les impresiona; ni se acuerdan de Three Miles Island ni del susto de Tokiamura… Las fisuras y los “pequeños fallos” de las actuales centrales no les quitan el sueño; la vetusta Garoña debería funcionar diez años más; el poder contaminante de los proyectiles de uranio enriquecido es un asunto secundario; está muy bien que Rusia y otros países en apuros se conviertan en vertederos para la basura nuclear europea…

Y ya puede la mafia calabresa hundir toneladas de basura radiactiva en el Mediterráneo y en aguas africanas, que ellos seguirán convencidos de que la humanidad está en buenas manos y la situación bajo control. Así nos va.

lunes, 31 de agosto de 2009

ADENDA SOBRE EL CHANTAJE NUCLEAR

Un lector se ha enfadado conmigo por mi anotación sobre el chantaje nuclear que estamos padeciendo. Como falta a las reglas elementales de la cortesía, como no razona, como lee mal, me veo compelido a aumentar su irritación.

El problema de los residuos: Un "experto" en energía nuclear me dijo con la mayor seriedad que, a no dudar, la ciencia encontrará "pronto" la manera de hacerse cargo de ellos con “total seguridad”… Mi airado lector pertenece a la misma capilla, y lo sé incapaz de asumir el reto en su totalidad. Porque, amigos, una cosa es empaquetar y tener bajo vigilancia los residuos nucleares durante miles de años… y otra respetar el abecé de una organización hecha para durar. Un sistema ecológico sostenible exige que los residuos generados por cualquier actividad sean reciclables, lo que sitúa el problema de los desperdicios nucleares en su verdadera dimensión. Hablar de ello es, por lo que parece, un tema tabú, de donde se sigue que no habrá debate alguno sobre las cuestiones de fondo.

Se nos hace saber que la energía nuclear permitirá a nuestra civilización no sólo mantenerse en pie sino también seguir adelante sin necesidad de ninguna autocrítica seria. Como si no vivieran en un planeta limitado, los publicistas de la energía nuclear pasan sistemáticamente por alto una sencilla evidencia: a mayor cantidad de energía disponible, mayor devastación. Dichos publicistas están perfectamente dispuestos a legar a sus hijos y nietos un planeta cadavérico. Lo importante, creo haber entendido, es "tener energía"...

miércoles, 12 de agosto de 2009

MARIO VARGAS LLOSA CONTRA EL FANTASMA DEL 68


Una y otra vez, gentes bienpensantes se toman su tiempo para arremeter contra mayo del 68, momento en el que focalizan su resentimiento contra el espíritu de la llamada “década prodigiosa”. Se trata de una moda bastante rara, por no decir maliciosa, a la que Mario Vargas Llosa acaba de aportar su granito de arena (“Prohibido prohibir”, El País, 26 de julio de 2009).

Por lo visto, para entender la ruina de la enseñanza pública haríamos bien en llevar nuestras pesquisas hasta al lema “prohibido prohibir” que apareció escrito en una pared hace cuarenta años… con motivo de la revuelta parisina...

Bajo ese lema, nos dice Vargas Llosa, el principio de autoridad fue anulado en el ámbito de lo público, con desastrosas consecuencias sociales. Dicho principio sólo pudo conservarse en el campo de la enseñanza privada, la gran vencedora. Así pues, con aquello de “prohibido prohibir” no se sirvió a la causa de los pueblos, sino a la de los ricos. El juicio de Vargas Llosa cae sobre una generación entera, errada en sus medios, en sus fines y en sus efectos.

Si dejamos a un lado lo que este juicio tiene de moda, es inevitable que uno se sobresalte al ver reducido el principio de autoridad a la función de prohibir, así, sin más. No sé qué clase de autoridad desea ver restaurada Vargas Llosa, ni tampoco qué es lo que se aspira a prohibir, pero he de confesar que percibo un desagradable tufo antilustrado, un regusto a antiguo régimen e incluso a mero despotismo (a ordeno y mando, que por algo soy la autoridad).

Eso sí, el elegante análisis dialéctico de Vargas Llosa, lleva su parte de verdad en un punto, en el que se cuida de ahondar. Porque es cierto que, tras las revueltas estudiantiles de los sesenta –las hubo en todas partes, no sólo en París–, se inició, y no precisamente por parte de los jóvenes contestatarios, el escalonado y metódico ataque contra la enseñanza pública, hoy una caricatura de lo que fue.

Vistas las cosas desde la óptica del poder, nada peor que contar demasiados muchachos instruidos y despiertos: el saber y el conformismo no van de la mano, como acababa de demostrarse. En ello veo yo el verdadero motivo de la destrucción de la enseñanza pública y el paulatino robustecimiento de la enseñanza privada. Echarle la culpa a la “generación del 68” no pasa de ser un ejercicio de prestidigitación intelectual, cargante a decir verdad.