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sábado, 3 de septiembre de 2011

LA REFORMA CONSTITUCIONAL


     Acabamos de asistir a un espectáculo vergonzoso, a un trágala, a una cacicada, a un pacto del capó.  ¿Con que éstas tenemos? ¡Modificar la Constitución que nos dimos en 1978 con el exclusivo propósito de dar satisfacción a unos chantajistas que para nada tienen en cuenta nuestros intereses!  
    No tengo palabras para decir lo que siento.  Si ya estaba indignado, ahora lo estoy mucho más, y también alarmado, porque el daño ya está hecho,  con una tremenda pérdida de legitimidad. 
   Me pregunto de dónde han sacado los responsables de esta jugada la  creencia infantil de que los chantajistas van a agradecer el favor. Aprobar semejante modificación del texto constitucional equivale a proclamar a los cuatro vientos que los españoles estamos decididos a ahogarnos en la miseria antes de ponerles el más pequeño límite.  En lugar de contenerse, los chantajistas se crecerán, ya advertidos de que, aparte de rendirnos, no sabemos hacer nada de nada.
    Pedir una democracia real ya es, salta a la vista, una cuestión de supervivencia.
    

miércoles, 27 de julio de 2011

EL GESTO DE STIGLITZ

    A los no indignados, a los satisfechos, les ha sentado fatal que Joseph Stiglitz se haya solidarizado con el movimiento del 15m. Nadie esperaba verlo  participando en la Asamblea de Economía que se celebraba en el Retiro. 
    Improvisadamente, altavoz en mano, Stiglitz nos dejó este mensaje, un diagnóstico conciso,  seguido de una prescripción facultativa: “Las malas ideas han dominado el discurso económico las últimas tres décadas. No son ideas sustentadas en la ciencia económica, sino en la ideología y los intereses. Hay una oportunidad real ahora de combinar la ciencia económica con un compromiso con la justicia social, para crear una nueva economía.”
    Y añadió: “Os deseo la mejor suerte”.  Entrevistado por el diario Público, no se anduvo por las ramas: si él estuviese en la piel de los indignados españoles, estaría aún más indignado
     Stiglitz ha dado un paso muy valiente.  Ex vicedirector del Banco Mundial, Premio Nobel de Economía y catedrático de la Universidad de Columbia no es precisamente un hombre ajeno al sistema. De ahí la importancia de su gesto.  Tenemos fundados motivos para creer que dentro del sistema, con cierto poder y con cierto predicamento, hay otros personajes que piensan como él, y sería muy de agradecer que dieran la cara con la misma naturalidad. El movimiento de los indignados está cargado de razón.
    Y bien mirado, entre las pocas esperanzas que nos quedan está la de que los espíritus decentes e ilustrados que se encuentran en el interior del Sistema se hagan cargo de la indignación reinante en las calles. Así, con los de fuera y con los de dentro unidos, sería posible, en teoría, poner límites a la élite maligna que se ha hecho con las riendas de la humanidad.