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jueves, 23 de junio de 2011

EDUCACIÓN: LA CEOE MUESTRA SUS CARTAS


      Con aires de superioridad e infalibilidad, el señor Joan Rossell y el Instituto de Estudios Económicos  nos acaban de trasladar la idea de no tiene sentido hacer enormes gastos en educación, pues el éxito de los alumnos no depende de algo tan prosaico sino de los condicionantes sociofamiliares y genéticos. ¡Acabáramos!
   He aquí un ataque en toda la regla contra la enseñanza pública y un adelanto de lo que la CEOE se trae entre manos.  A mí, hablando con franqueza, me da náuseas, porque me sé de memoria de quiénes vienen esas ideas tan brillantes, que en definitiva nos remiten a las legendarias tinajas de las que Zeus extraía, al azar, almas felices y desgraciadas.    
    Las más lamentables teorías en materia de educación han saltado el Atlántico. Los malintencionados narcóticos de la Fundación Heritage y del American Enterprise se van a escanciar generosamente entre nosotros. El falsario Burt y sus continuadores, desde  Jensen y Einsenck  a Murray y Herrnstein, tienen garantizado el porvenir, porque se dará a la operación un aire muy científico.
   Está clarísimo que se pretende repetir aquí la obra de destrucción  de la enseñanza pública que tuvo lugar en los Estados Unidos. Para que se entienda lo que está en juego y no extenderme demasiado, remito a mi artículo Apagar las Luces de la Razón http://www.tintank.es/?p=145 ).
    Desde que el presidente Nixon vetó los fondos para el programa Head Start hasta la fecha, echando mano de las mismas ideas que ahora la CEOE pretende servirnos como novedad (un cóctel de determinismo genético y de sociología a medida), ya sabemos adónde se quiere llegar y efectivamente se llega por ese camino: a la trituración del proyecto ilustrado, a la oscuridad y a una sociedad clasista. 
    No se trata sólo de gastar menos en educación, se trata de crear una sociedad distinta, menos preparada y, por lo tanto, más dócil, más fácil de engañar y manipular. Afortunadamente, la CEOE del señor Rossell ha llegado tarde, con varias décadas de atraso, y  no ha podido impedir que miles de jóvenes bien preparados anden por allí, fuera de programa y sumamente indignados.  Quede claro: si por mi fuera,  la educación de los españoles jamás llegaría a estar en manos del señor Rossell y de quienes piensan como él.