martes, 24 de julio de 2012

RUIZ-GALLARDÓN Y EL ABORTO: SALTAN LAS ALARMAS



   El ministro  de Justicia nos ha hecho saber que considera “éticamente inadmisible” el aborto en casos de malformación fetal…  De modo que la reforma de la ley vigente será retrógrada en grado increíble. Tuve leer tres veces la noticia para dar crédito a lo que veían mis ojos.
    Lo que nos pone ante una evidencia alarmante: el partido por él representado sigue sin haber asumido el abecé del liberalismo. Como suena. Porque sólo ha asumido el liberalismo en el plano económico, en su versión más cruda además, eludiéndolo en el plano filosófico y político.  Se trata de un fenómeno intelectualmente aberrante.
    ¡Como si en este país no supiésemos adónde nos pueden llevar los intolerantes y los fanáticos, como si no supiéramos que no hay democracia posible allí donde mandan personas que se creen en posesión de la verdad, al modo de Ruiz-Gallardón, que ni siquiera necesita considerar la opinión de las personas afectadas!
    El PP fue configurado por Fraga como partido liberal-conservador, como partido de centro-derecha, y he aquí que no es ni lo uno ni lo otro, en el sentido de que es un partido absolutista, capaz de ceder a la tentación de imponerle al conjunto de la sociedad una doctrina de origen antiliberal, una doctrina religiosa, católica para ser exactos. Es pura y simplemente un partido de derechas, en el sentido ancestral del término.
   De modo que nuestra derecha, que incluso ha presumido de centrismo con fines electorales, sigue donde estaba, o peor, porque estamos en el siglo XXI. ¡Y qué vieja es esta historia! La misma mentalidad que se opuso al uso del éter para suavizar los dolores del parto nos viene ahora con la obligación de parir criaturas malformadas según el capricho del legislador. Creía que habíamos progresado y resulta que no.
   Ruiz-Gallardón, supuesto ilustrado, supuesto centrista, supuesto progresista, da repentinamente la cara como lo que es, siendo rápidamente apoyado por el señor Fiorano y la señora Aguirre. Es una noticia alarmante, cuya trascendencia me produce escalofríos.
    Y como no hemos progresado, hemos empeorado. Aznar tuvo el buen tino de no meterse con la ley del aborto que se encontró, sin duda consciente de lo que se jugaba, sin duda consciente de que, para ganar, el PP tenía que comportarse como un partido atrápalo todo y no como un partido doctrinario en ese y en otros temas. La apuesta retrógrada de Ruiz-Gallardón indica que ese buen tino se ha perdido. Por lo visto (yo no lo hubiera creído) está más cerca del Tea Party que de cualquier liberal-conservador europeo. Y esto promete confrontaciones y desgracias. 

lunes, 23 de julio de 2012

COLAPSO ECONÓMICO Y RESPONSABILIDADES POLÍTICAS


    Ahora resulta que las arcas del Estado están vacías y que lo único que se puede hacer es implorar ayuda al BCE...  ¡A qué gentes inteligentísimas hemos fiado nuestro destino! ¡Qué habilidosos tecnócratas, qué gurús! ¡Qué sapientísimos economistas!
   Así es como termina una época, la época iniciada con la Transición. No sabemos lo que nos espera, porque este final es ignominioso y caótico, y porque el contexto internacional, a diferencia de lo ocurrido en los años setenta, no nos va a dar facilidades. Se ha impuesto la ley de la jungla y la presente crisis es una máquina de destruir sistemas políticos y de revivir viejos fantasmas. Lo único seguro es que nuestros dos partidos hegemónicos se han cavado ellos solitos su propia fosa.
    El PP le echa toda la culpa al PSOE, a la herencia recibida, sin percatarse de que cada vez hay menos gente despistada en disposición de contentarse con tan burdo mensaje.  No nos engañemos: lo ocurrido representa un golpe durísimo contra la credulidad de los votantes de ambos partidos, y por ello contra el modelo bipartidista imperfecto en que hemos vivido hasta la fecha. Lo de “ni PSOE ni PP” que se ha oído en nuestras calles lo dice todo. La indecente e imbécil reforma constitucional que ambos pactaron a nuestras espaldas para darle el gusto a los mercados los ha dejado retratados para la historia. Aparte de que hay una perfecta continuidad entre la "cultura del pelotazo" y las indecencias de la Comunidad Valenciana y de Bankia. Como todo el mundo sabe.
    ¿Qué hizo Rajoy durante los ocho años de gobierno de Zapatero? Continuar la campaña electoral, sacando todos los temas de quicio. Los cuatro años consagrados a proyectar sobre Zapatero una morbosa sospecha en relación a la autoría del salvaje atentado de Madrid (para encubrir de paso las consecuencias más obvias de la foto de las Azores),  se vieron seguidos por otros cuatro dedicados a echarle la culpa de la crisis económica, con la consiguiente obnubilación de las conciencias. No sé de nadie que, oídos los dicterios del PP, haya refinado su puntos de vista; en cambio, conozco a muchas personas que por tomárselos en serio durante tanto tiempo presentan claros síntomas de intoxicación y serios problemas cognitivos, empezando por la confusión entre la situación de 1996 y la del 2007 y siguiendo por la genialidad de Rato, hoy puesta en su sitio por el escándalo Bankia.
   El PP se desentendió de sus obligaciones como primer partido de la oposición.  Sólo puso interés ganar las próximas elecciones, al precio que fuese. El sistema político, la democracia, la herencia de la Transición, todo esto fue sacrificado a mayor gloria de un manualillo de mercadotecnia política. Y hasta fingió ser de centro y nos ofreció un programa electoral para ganar esas elecciones, a sabiendas de que era de imposible cumplimiento. Y las ganó, claro, para quedar en evidencia a continuación, cuando todos los problemas de verdad le pillaron de nuevas, sin otra hoja de ruta que el manualillo neoliberal, como si todavía viviéramos en los tiempos de la Thatcher. Por lo tanto, el PP no tiene autoridad moral alguna para echarle la culpa de todo al PSOE. Nos hizo perder el tiempo, confundió todos los problemas, dio lugar a una campaña de confrontación cuyos malignos efectos nos alcanzan ahora de pleno, en el peor momento.
   Y eso no es todo, porque es obligatorio recordar que durante años el PP participó con entusiasmo y dedicación en el  sucio y antidemocrático tejemaneje neoliberal que puso a Europa en manos de los tiburones. El mecanismo que ahora nos hunde en la miseria fue, en efecto, un asunto del Partido Popular Europeo y no algo caído del cielo  o salido de los infiernos. Durao Barroso y Angela Merckel son los estupendos correligionarios de Mariano Rajoy. La Europa  de los tiburones no se formó en un día, es cosa muy bien pensada. ¿O por qué creemos que se llega a esta situación en ausencia de una carta social europea digna de tal nombre?
    En realidad aquí lo único que no está claro es la proporción de falta de luces y de desprecio por el bien común que  llevó a hacer oídos sordos a las voces de alarma y a optar por la huida hacia adelante. Lo cierto es que nuestro “bipartidismo imperfecto” ha naufragado. Y esto quiere decir que del buen hacer del resto de los partidos depende la salvación de nuestra democracia, un salvamento que tendrán que hacer en condiciones francamente difíciles, con una ley electoral que todavía sigue allí…  
    En la nueva fase histórica en que nos vemos metidos por culpa del tándem PSOE-PP habrá poco lugar para los equívocos y los sofismas habituales. O con la Bestia neoliberal o contra ella. El PSOE verá lo que hace con su complicidad con dicha Bestia, y el PP tendrá ocasión de comprobar una verdad: no por adorarla dejará de ser devorado por ella. 

viernes, 20 de julio de 2012

EL MINISTRO MONTORO COMO SÍNTOMA


   El señor Montoro no es ni mucho menos un ejemplar raro. En su persona se manifiesta el modo de ser que lleva camino de arruinarnos los mejores frutos de la Transición.
   Como buen halcón neoliberal, Montoro  dispone de un abundante arsenal de truquillos de mercadotecnia (la culpa de todo, la herencia recibida, Zapatero, etc.) , de  eufemismos irritantes (no es que arrebate la paga extra a los funcionarios, es que se la “detrae”)  y de una seguridad en sí mismo francamente incomprensible (llegó a decir que deseaba la caída de España, en la seguridad de que el PP la salvaría). 
    Creerse superior a todos, no dudar nunca de la propia fe, dejarse llevar por el oportunismo y por la voluntad de poder, he aquí rasgos que explican lo que nos está pasando y, de paso, el ejercicio de irracionalidad e imprevisión a que se entregó el PP durante los ocho años que estuvo en la oposición. 
   Todos esos rasgos están en el señor Montoro, portador también de una serie de tics intelectualoides que operan al margen de la verdad y de la realidad, como es típico en esta secta.  Empezando por el tic de culpar a las víctimas (como hizo Rajoy al ponderar los saludables efectos que sobre los parados tendrá el hachazo a las ayudas que reciben).  Tras ello opera el darwinismo social más extremo, como todo el mundo sabe. 
    Los neoliberales llevan no menos de treinta años metidos en una cruzada contra “los holgazanes”,  y han acabado por verlos por todas partes, aunque nunca –tiene gracia– en su propio campo, donde están los más peligrosos. En este punto, ni Rajoy ni Montoro  son originales u ocurrentes. Repiten mecánicamente los lugares comunes de los publicistas de ciertos think-tanks norteamericanos. Por lo tanto, no es extraño sino lógico que el ministro haya cometido el garrafal error político de irritar a los funcionarios con la insinuación de que trabajan poco y anunciando que tendrán que trabajar más pero por menos, como si en definitiva  nunca se hubiesen ganado el jornal.
   Parte el ministro del conocido principio neoliberal según el cual  los funcionarios deben equipararse a los trabajadores del sector privado, con la correspondiente laminación de sus derechos (muy conveniente para agilizar la laminación de los derechos de los demás, no sea que sigan tomándose como referencia).
    En realidad, al señor Montoro le molestan los funcionarios públicos, como a todos los fanáticos del Estado Mínimo (esto es, pequeño pero suficiente para servir a los intereses oligárquicos).  Y es que  los funcionarios se encuentran, tremendo obstáculo, en el camino de la hoja de ruta privatizadora que  los neoliberales se trazaron no ayer sino hace treinta años con el exclusivo propósito de apoderarse de los bienes creados con el sudor de varias generaciones. 
    Esta mañana, el señor Montoro dejó traslucir sus intenciones: “Lo que hacemos no responde a decisiones improvisadas. Estamos reestructurando el sector público". No habla por hablar. Lo que pasa es que lo que suena bien en las tenidas neoliberales  o en el despacho del señor Rosell suena fatal dicho en público. Ya todo el mundo ha captado adónde se apunta con ese tipo de jerga.
    Montoro  acaba de revelar que las arcas del  Estado están vacías y que peligran las nóminas de los funcionarios. ¡Nada menos! ¿Significa esto que admite el absoluto fracaso de las demenciales políticas neoliberales que nos han llevado a la ruina, a esta formidable traición a los españoles, a esta estafa colosal? ¿Significa que se arrepiente de las bajadas de impuestos a los ricos? ¿Significa que entona un mea culpa por la pirámide de Ponzi? ¡Pues no! Y esto es también típico. La solución: más laissez-faire, venta al mejor postor de tierras y personas. Eso sí, es un poco patético que el señor Montoro no haya reparado en que la ley de la jungla en que tan ciegamente cree, que tan seriamente nos aplica, se la están aplicando a él y a España los tiburones de por ahí fuera. Ya se sabe, devorar o ser devorado, a ser posible con una sonrisa.

miércoles, 18 de julio de 2012

EL ALCANCE DE LAS PROTESTAS


    El ministro Soria no ha cedido ni un milímetro ante las protestas de los mineros, protestas realmente serias y justificadas. Es más, aparte de decirles que no hay dinero para hacer honor a los compromisos que el Estado contrajo con ellos, los amenazó con nuevos recortes.
    La señora Cifuentes lleva contabilizadas 1.400 manifestaciones de protesta desde enero, sólo en Madrid… Ahora se manifiestan los funcionarios, los parados, los directamente afectados por los recortes y aquellos a los que nada se les puede recortar, y también las víctimas directas de las tropelías bancarias que son de público conocimiento. El número de indignados de todas las edades y condiciones es impresionante y creciente, incluyendo hasta a los militares, sin que el gobierno sepa hacer otra cosa que apelar a la policía, asimismo afectada por los recortes. Planteadas así las cosas, indignadas millones de personas, muchas de ellas sin salir de casa, incapaz el gobierno de calmar los ánimos por estar metido ya en una espiral de recortes y manipulaciones de corte neoliberal, incapaz de hablar, por no tener nada que decir salvo echarle la culpa a Zapatero, la situación no puede ser más grave e imprevisible.
     Ya no bastan los pequeños gestos para la galería, como reducción a deshora de los ingresos anuales del Rey, del príncipe o de los señores ministros, por cuanto aquí el problema es que hay demasiada gente con el agua al cuello a la que más le irrita saber lo que ganan con recorte o sin él.  Ya no bastan las llamadas repentinas a la solidaridad, e incluso a la generosidad de los empresarios. Suenan todas a hueco. Tampoco va a bastar lo que acaba de saberse, también a destiempo no se sabe si por torpeza o por astucia: los funcionarios que ganen menos 962 euros mensuales recibirán la paga de Navidad. Aunque sea de agradecer, no es como para echar las campanas al vuelo, pues lo que parece todo un gesto se queda en un gestito: sólo el 0,57 por ciento de los funcionarios se beneficiará… El gobierno habla de 15.000 beneficiarios de la excepción, pero, como suele ocurrir, lo que suena bien lleva algún doblez. Hechos los cálculos, un representante del CSIF ha calculado que los afortunados no pasarán de mil (en un colectivo de 2.600.000 personas).  Hay, en definitiva, indignación para rato, mientras se ve venir una sucesión de hachazos y escándalos que la llevarán no se sabe adónde.
     Hemos ido a parar a un estado de anormalidad.  He aquí, pienso, las dramáticas consecuencias del déficit democrático (ahora se gobierna por decreto y la Moncloa lleva camino de parecerse a El Pardo) y de la insensata dilapidación de ese bien precioso llamado legitimidad. ¿Qué pasará? Nadie lo sabe, pero tengo la impresión de que asistimos al final de una época y de que los historiadores del mañana trazarán una línea justamente por aquí, para separar el período que siguió a la Transición de lo que viene ahora.
    Si el gobierno del PP, con su mayoría absoluta, se empeña imponernos su trasnochado y funesto modelo de sociedad neoliberal-neocón, sea por gusto, por rendir pleitesía a los magos de Bruselas, por no tener otra cosa en la cabeza, por no poder resistir la tentación que le ofrece esta crisis o por no haberse percatado de que la gente, vista la propia experiencia y la de otros países, lo aborrece, nos veo entrando en una fase histórica de lo más accidentada. Porque ese modelo importado sólo se puede imponer en nuestro país  por las malas, por las muy malas.

viernes, 13 de julio de 2012

LOS HACHAZOS DE RAJOY

   Ha sido muy feo  que los diputados del PP aplaudieran este alevoso ataque contra la línea de flotación de millones de ciudadanos, un ataque que se suma a los ya realizados, y que preludia otros muchos. Estamos, pura y simplemente, ante una socialización de las pérdidas, una especie de mal hábito de la Bestia neoliberal.  Todo ello acompañado por una sucesión de sofismas y embustes que es de pésimo gusto aplaudir.
    Y ha sido vomitivo que la diputada del PP Andrea Fabra gritase, con entusiasmo y desprecio, “¡que se jodan!”, cuando el presidente anunció el hachazo a la asistencia a los parados (http://www.elplural.com/2012/07/12/que-se-jodan-el-grito-de-una-diputada-del-pp-cuando-rajoy-anuncio-el-recorte-del-desempleo/). E ilustrativo, porque su grito deja al descubierto una forma de ser  francamente repulsiva, ya expresada hace treinta años por el profesor Schwartz con la exclamación “¡que se mueran de una vez!”, bien que referida no sólo a los parados sino a los obreros en general. Neoliberalismo en estado puro, con el alma descubierto, más propia de un saurio que de un ser humano. La explicación del propio Rajoy sobre que los recortes servirán de incentivo para que los parados busquen trabajo es un lugar común, algo mil veces oído en los ambientes neoliberales, muy dados a repetir el mismo mensaje hasta el aburrimiento, en plan doctrinario. No es de recibo.
   ¿Acaso Rajoy ha estado muy valiente y el PP imbuido de un grave sentido de la responsabilidad? No, en absoluto, por mucho que aplaudan los señores diputados y aunque lleguen parabienes desde Bruselas.  Ensañarse con la parte más débil de la población no es de valientes ni de personas responsables. Y menos cuando se juega desvergonzadamente a favor de una oligarquía cleptocrática dispuesta a salirse con la suya, a irse de rositas, y a seguir medrando a costa del esfuerzo colectivo.
    Hasta suena como una provocación que se hable de “ahorrar” 65.000 millones de euros, cuando se trata simplemente de tapar agujeros a mayor gloria de una pirámide de Ponzi en fase de derrumbe.
    Empezaremos a hablar de valentía y de responsabilidad cuando el gobierno se enfrente a la Bestia neoliberal, cuando meta en cintura a los oligarcas de dentro y de la cara por nosotros ante los oligarcas de fuera, cuando acabe con las Sicav, cuando deje a la gente en paz y obligue a tributar seriamente a los tiburones, cuando meta las tijeras en los fondos destinados a armamentos que no necesitamos, cuando transfiera a los creyentes el sostenimiento de la Iglesia, etc.
    ¿Qué es lo que revelan estos recortes y las pseudojustificaciones y el horrible grito de la señora Fabra? La instalación entre nosotros del darwinismo social, capaz de embotar la conciencia hasta el punto de que no hay ningún problema en recortar las prestaciones a los parados y a quienes ya no pueden valerse por sí mismos... mientras se mantiene en la gloria a los muy ricos, a fuerza de increíbles "préstamos".  Se ha volatilizado el sentido de la justicia, juntamente con el sentido de la solidaridad. Ya sabemos cuál es el mandamiento único del darwinismo social. Sofismas aparte, hablando claro, dice así: “El pez grande se debe comer al mas chico”. ¡Es tan natural! Pero no deja de ser curioso que nos lo imponga un partido que se reputa cristiano, defensor de “los valores”…
    ¿Y lo de quitarle la paga de Navidad a los empleados públicos? Dicha paga la estableció el falangista José Antonio Girón, de modo que, ¿por qué seguir pagando algo tan anacrónico? Unos meses más, y el PP, en plan nada conservador, terminará de cargarse el modesto Estado social heredado del franquismo.
      Es práctica común de los neoliberales  arrojar montañas de basura sobre la función pública y faltarle al respeto al funcionario, supuesto holgazán (casi tanto como el parado) y atizar contra él los malos sentimientos de quienes viven en la mayor inseguridad. Siempre con la idea de moverle el suelo, de llevarle a una situación límite, lo que entra dentro de los preparativos tácticos para la privatización de los servicios. Ahora será despojado de su paga navideña (esto a sabiendas de que para muchas familias es imprescindible para mantenerse a flote). Lo que prepara el camino para arrebatársela al resto de los trabajadores.
    Mal asunto cuando un gobierno trata con desconsideración a sus funcionarios, sean profesores, médicos, policías, asistentes sociales  o soldados. Y malísimo cuando lo hace para mejor servir a los señores del dinero. Y en nuestro país, dadas sus particularidades, un asunto pésimo.
   Como si viviéramos en Las Vegas, al PP sigue terne en su cruzada neoliberal contra el Estado, con la vista puesta en transformarlo en un Estado mínimo o directamente hueco. No hay otro misterio. Me refiero, claro es, a un Estado incapaz de proteger a sus ciudadanos, pero sí muy capaz de exprimirlos según convenga a las oligarquías locales y de más allá. 

martes, 10 de julio de 2012

CON LOS MINEROS ASTURIANOS, AL 100%


    Llega a Madrid la Marcha Negra de los mineros del carbón.  La arrogancia del gobierno, incapaz de dialogar, incapaz de hacerse cargo de las justas razones de quienes se están manifestado estos días en las cuencas mineras, revela un modo de ser, ya imposible de disimular,  y promete calamidades para todos, mineros y no mineros.
    En lugar de hacerse seguir hasta la catedral de Santiago de Compostela para que el mundo entero le viese devolver el famoso códice sustraído, el presidente Rajoy debería haberse hecho seguir hasta las boca del Pozo Candín. ¿Pero qué les iba a decir a los mineros? Nada de nada. Este gobierno sólo sabe poner a la gente entre la espada y la pared, mientras repite su viejo mantra, su esto es lo que hay, la fórmula dictatorial por antonomasia.
   Si queremos averiguar lo que nos espera a todos, visto lo visto (incluidos los sucesos de Pola de Lena), haríamos bien en tomar nota de que este gobierno cree que todo se puede encubrir con sofismas, y de que confía su suerte a la eficacia del brazo represor del Estado, al que no duda en movilizar. Políticamente hablando, electroencefalograma plano.
    Precisamente el caso de la minería del carbón es de lo más ilustrativo. ¿Desde hace cuánto tiempo se sabe que tiene los días contados? ¡Desde hace años! ¿Y qué se ha hecho, pensando en el futuro de los mineros? Nada. Bueno, sí, algo: tomar a guasa lo acordado por el Estado, esto es, darles un hachazo aquí y ahora sin pensar en las consecuencias. Si el gobierno no cede  ante las justas demandas de los mineros, hará bien en considerarse acabado. Demasiado clara quedaría su esencial debilidad, tan clara como su sumisión  al servicio indecente de un puñado de oligarcas de dentro y de fuera.

sábado, 7 de julio de 2012

CRISIS GALOPANTE

   Ya estamos todos advertidos de que esto va a más, imparablemente. Las señales ominosas se multiplican. Si te dicen blanco, oyes negro. Si te dicen tanto, sabes que será el triple o más. Si te dicen que han tenido un éxito, te entran sudores fríos. Y es que te sabes en manos de un equipo de chantajistas y jugadores de ventaja, un equipo en el que, entre malvados y memos, hay juego más que suficiente para amargarte la vida  de aquí a la eternidad.
    Cada vez hay más gente que no puede leer el periódico o ver el telediario sin ponerse mal, sea por un acceso de ira, un acceso de miedo o de las dos cosas a la vez. ¿Interesa hablar de lo que está pasando? En parte sí, muchísimo, y en parte nada en absoluto, porque siempre es más de lo mismo, de la misma porquería. Es importante saber, desde luego, pero también lo es dormir y comer, no vaya a ser que uno se rompa antes de tiempo.
    Si empiezo a hablar del repago sanitario, de la prima de riesgo, de la miseria que gana una enfermera portuguesa, de las genialidades del Eurogrupo, de Rajoy tomando rápidamente la iniciativa para devolver el Códice con sus propias manos, de los planes del gobierno, de las trapisondas de Rato & Cía, del Barclays y demás conspiradores, etc., provoco en mi interlocutor, sólo en apariencia distraído, una efusión airada de datos complementarios, viéndome obligado a callar. Es evidente que mi interlocutor sabe mucho más que yo, a juzgar por su irritación, se diría que de tintes revolucionarios, trátese de un joven, de una ama de casa o de un jubilado.  Hasta me he sorprendido instando a tener un poco de serenidad a quien evidentemente ya se ha percatado de que la pasividad nos  ha conducido hasta este preciso lugar.
    Otras veces me topo con una especie de caparazón.  Mi interlocutor, viéndome venir, cambia bruscamente de tema, y no sabe cuánto se lo agradezco. Hay una tercera posibilidad, y es que me dejen hablar… Esto es malo. Porque si empiezo con cierta coherencia, con citas de Marx y de Naomi Klein, acabo presentando un cuadro de incontinencia verbal, con fuga de ideas y demás signos de perturbación gravísima.
     Hoy fui al banco, y ha desaparecido. No sé a qué hora de la noche se produjo la eliminación de esta sucursal recién reformada, allí presente desde hace tantísimos años, tan dada ayer mismo a mandarme cartas estimulantes y a hacerme por teléfono unas proposiciones incomprensibles y probablemente indecentes. En lugar del cajero automático hay una plancha de color verdoso  que lo dice todo.

lunes, 2 de julio de 2012

LA ESPAÑA DE VICENTE DEL BOSQUE

    Hace años Vicente del Bosque se tomaba su cafelito en la cafetería La Fuentona, donde ahora hay una silla con una plaquita en su honor. Yo le veía con cierta frecuencia, como parte amable del paisaje de este barrio. Recuerdo a un hombre grandón, nada pagado de sí mismo, con buenas vibraciones.
   ¿Y por qué fue apeado de su puesto de entrenador del Real Madrid? ¿Acaso no ganaba este equipo? Ah,  fue por una cuestión de “imagen”…  Por lo visto, hacía falta un tipo más resultón, un tipo arrogante, en la onda, fashion, etc. Y Del Bosque se tuvo que ir por la puerta de atrás con todos sus triunfos, por otra parte indiscutibles.
   Entonces nadie pensó que fuera a regresar por la puerta grande, de la forma más impresionante que quepa imaginar, sin haber cedido ni un milímetro, sin haber alterado su forma de ser, de entender la vida y el fútbol, sin cambiar de peluquero, sin perder su sonrisa algo escondida.
    ¿Y bien? Pienso que Del Bosque y sus jugadores, entre los que no he visto ningún Cristiano Ronaldo ni tales o cuales signos de vedettismo, han dado una lección de buen hacer futbolístico y humano sobre la que conviene reflexionar.  La cosa va más allá del fútbol. Porque si tenemos la España representada por Del Bosque y sus jugadores, también tenemos la de los Boyer, Solchaga, Rato, Solbes y De Guindos, la de los vendedores de humo, la de  las burbujas, la de los que van de listos y de engreídos. Que Del Bosque y los suyos nos representan mejor es cosa segura, y además ganan, a diferencia de éstos y sus equipos, unos completos inútiles.