miércoles, 6 de julio de 2011

BONO Y LA “ROPA INDECOROSA”


     Es un caso interesante este del señor José Bono, presidente de la cámara de diputados, por formar parte de una tendencia de lo más llamativa, de tipo retrógrado como es usual en los tiempos que corren.  
     Al señor Bono le gusta que la gente vista “correctamente”. Ya vimos cómo llamó al orden al diputado Sebastián por aparecer en el hemiciclo  sin corbata…  esto es, faltando al respeto de sus pares. Ahora resulta que no quiere admitir visitantes  ataviados con pantalón corto, camisa sin magas o camiseta con tirantes. No sabemos lo que piensa de la minifalda o de las sandalias, pero está claro que aborrece las chanclas.  Es su pequeña contribución a la campaña encaminada a devolvernos a los usos y costumbres de los años cincuenta.
    Ya he llamado la atención sobre esta campaña retrógrada, que se complementa con la reaparición de vistosos uniformes, caros vestidos de gala y  sotanas formidables. La apariencia vuelve a ser más importante que el contenido.
    El principio de autoridad recurre a los trucos del pasado, a ver si consigue recuperar el carisma perdido y mantener las distancias. No es un asunto puramente español, es una tendencia global. Si los de la suiza UBS se permiten establecer qué tipo de ropa interior deben vestir sus trabajadoras, ahora se obliga a las dependientas de Carrefour a maquillarse de acuerdo con los gustos del Bono de turno. Y es que el poder siempre ha detestado la común afición de las personas a arreglarse  como les da la gana, un signo de autonomía, algo irritante.
    Si esto sigue así, habrá que obligar a nuestros políticos a que dejen de hacerse los campechanos cuando les conviene, cuando pretenden aproximarse al común de los mortales.  Que vayan a todas partes de traje y corbata, también a los mítines y los actos electorales...  El traje de baño de antaño, una combinación de calzón y camiseta de tirantes, me parece, para ellos, la única solución, el único decoroso, para el caso de que tengan que bajar a la playa.
    En fin, bromas aparte, me será permitido llamar la atención sobre el hecho de que nunca he visto a los usuarios de chanclas y bermudas exigir a nadie que se despoje de la corbata. Tengo mis buenos motivos para sospechar que los usuarios de chanclas son esencialmente más liberales –más tolerantes– que los señores de traje y corbata.
     

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