viernes, 15 de abril de 2011

LA REVOLUCIÓN DE LOS MUY RICOS


   Estoy hartísimo de los discursitos habituales, harto de los políticos que, en lugar de personas, parecen marionetas. Sí, estoy harto de oírles  hablar mal, harto de los latiguillos que les eximen de razonar, harto de que nos tomen por tontos.
     Los expertos en marketing se han enseñoreado sobre la conciencia de los representantes políticos de la humanidad. Y esto no sólo porque les encanten las recetas de Karl Rove. Porque la cosa se las trae: para ser intelectualmente decentes tendrían que hablar en términos de poder que darían náuseas a las gentes de bien... Es la hora de los hipócritas y de los cínicos:  asistimos a la revolución de los muy ricos, con la consiguiente explotación de grandes masas humanas y con la consiguiente sucesión de acciones de guerra encaminadas a acaparar los recursos menguantes. He aquí, para vergüenza de nuestra civilización, a una galopada nihilista en toda la regla. 

lunes, 4 de abril de 2011

EL CASO JALID SHEIJ MOHAMMED



Se acaba de anunciar que el presunto responsable intelectual de los atentados del 11 de septiembre, Jalid Sheij Mohammed, será juzgado, a puerta cerrada, por un tribunal militar, en Guantánamo, el Dachau posmoderno. 
    Es una noticia pésima, escandalosa, como lo será el silencio de las más altas instancias planetarias ante la correspondiente farsa, completamente ajena a la moral y al derecho. Vamos por muy mal camino, hacia la canonización de una infumable dualidad, con leyes por un lado y sin leyes por el otro. Ya no estamos ante un suceso oscuro, acaecido en algún sótano, sino ante la exhibición de una manera extravagante de entender la justicia. Como no será, que hasta ha reaparecido, de manera oficial, la tortura.
    Por lo que parece, el señor Mohammed, víctima de 185 sesiones de “ahogamiento simulado”, se ha “autoinculpado”…  y ya no hay quien pare la pesada maquinaria  que el  presidente Bush le dejó en herencia a su sucesor.
   De paso, nos enteramos de que hay en Guantánamo un buen número de presos que, ya exonerados, allí se pudrirán por la sencilla razón de que ningún país se digna a acogerlos. Si el “mundo civilizado” consiente este tipo de cosas, a buen seguro perderá el escaso crédito moral que le queda. 
    La excepcionalidad del caso no justifica estas barbaridades, ajenas a los   los requerimientos elementales de la justicia. Además,  ¿quién nos garantiza que el señor Mohammed no ha sido seleccionado como chivo expiatorio? ¿Quién podrá demostrarnos que se ha avanzado seriamente hacia el esclarecimiento de la verdad?