jueves, 9 de septiembre de 2010

TONY BLAIR

     Las memorias del líder “laborista” han merecido una lluvia de zapatazos, insultos y huevos, y el hombre debe sentirse incomprendido, el pobre. El problema, para nosotros, es que no estamos ante una víctima aislada de la ambición y la mala fe, sino ante el típico trepa con fama de izquierdista que tanto placer causa en las altas esferas del establishment planetario.  Hay cientos de blairs –de todos los tamaños– incrustados en los organismos nacionales e internacionales, sin que sus votantes de ayer tengan  ni la más mínima posibilidad de llamarlos al orden. Una vez lanzados, ya no hay quien los pare, pues se ven reclamados por toda clase de misiones de alto nivel, por negocios facilones, por micrófonos, tribunas, púlpitos y universidades. Uno no se explica que les lancen zapatos y huevos podridos  a estos "estadistas mundiales", pero la cosa debe tener una explicación de lo más sencilla.

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