jueves, 23 de septiembre de 2010

HUELGA GENERAL: ¡YA ERA HORA!

    El 29 de septiembre será, así lo espero, una jornada memorable, no sólo en España, sino también en Europa. Nos encontramos en sintonía con la movilización de la  Confederación Europea de Sindicatos. Se trata de impedir que  los capitostes del sistema continúen  impunemente su trabajo de demolición del Estado de Bienestar europeo a mayor gloria del capitalismo salvaje y de sus indignos beneficiarios.  Como ya dije en una de mis notas, es de la mayor importancia que los buenos europeos trabajemos en sentido contrario de manera solidaria.
     La globalización neoliberal exige algo más que respuestas locales a la griega o a la francesa. Me declaro, pues,  solidariamente unido al  más desventurado de los parados rumanos, y, desde luego, al más triste de los esclavos chinos.
     Oiremos toda clase de latiguillos sobre la inoperancia de los sindicatos, sobre la maldad de los huelguistas, sobre las "horas perdidas", sobre la perfidia de  los dirigentes sindicales, sobre futilidad de toda resistencia a la  “economía de mercado”...   Lo de siempre, ya repetido hasta el aburrimiento, ya una grosería si pensamos en lo que nos estamos jugando.
    Ya veremos lo que pasa el día 29 y cuáles son los efectos de la movilización a medio plazo.
    Lo que los primates del sistema deberían tener muy claro es que si ellos abandonan a los parados y a los trabajadores a su suerte, éstos acabarán por volver también, ya desesperados, a las ideas clásicas, no menos radicales que el neoliberalismo del que tanto se ufanan. Todavía están a tiempo para contener a los tiburones a los que sirven, pero, mucho cuidado, porque el tiempo se nos está acabando a todos. Si ellos han vuelto a la escuela de Manchester y nos sirven como novedad lo más viejo, otros sacarán a relucir, en lógica respuesta, a sus clásicos, a Marx, Lenin o Bakunin, ajenos  a eso de los "servicios mínimos" y a las milongas sobre ir todos en el mismo barco.
    Que nadie se llame a engaño: a un capitalismo salvaje corresponde un sindicalismo salvaje, con huelgas salvajes al más puro estilo siglo XIX pero en plan global. La historia, que a veces se repite, no ha terminado, y todos deberíamos saber que estamos a punto de arruinar el buen rollo sólo para contentar a una élite de proxenetas.

jueves, 9 de septiembre de 2010

TONY BLAIR

     Las memorias del líder “laborista” han merecido una lluvia de zapatazos, insultos y huevos, y el hombre debe sentirse incomprendido, el pobre. El problema, para nosotros, es que no estamos ante una víctima aislada de la ambición y la mala fe, sino ante el típico trepa con fama de izquierdista que tanto placer causa en las altas esferas del establishment planetario.  Hay cientos de blairs –de todos los tamaños– incrustados en los organismos nacionales e internacionales, sin que sus votantes de ayer tengan  ni la más mínima posibilidad de llamarlos al orden. Una vez lanzados, ya no hay quien los pare, pues se ven reclamados por toda clase de misiones de alto nivel, por negocios facilones, por micrófonos, tribunas, púlpitos y universidades. Uno no se explica que les lancen zapatos y huevos podridos  a estos "estadistas mundiales", pero la cosa debe tener una explicación de lo más sencilla.