domingo, 27 de diciembre de 2009

LA LLAMATIVA DESLOCALIZACIÓN DE MERCEDES…

  Como es sabido, el Tercer Mundo está creciendo dentro de las sociedades antes llamadas “opulentas”, donde, desde hace tiempo, las buenas gentes penan por el “privilegio de ser explotadas”, como ya denunció Himkelamert. La crisis en  curso no ha hecho sino agravar el fenómeno, que más pronto o más tarde pondrá en entredicho la legitimidad de todo el sistema político en el que algunos viven todavía muy confortablemente. Paul Krugman  ha dejado caer que en España, no siendo posible devaluar la moneda como antaño, no nos va a quedar más remedio que devaluar el trabajo, lo que,  desgraciadamente, añado yo, implica una devaluación de las personas que necesitan trabajar para comer. ¿Hasta qué punto hay que llegar? Eso no lo dijo, pero está bastante claro: Los trabajadores españoles deberíamos depreciarnos hasta equipararnos a los trabajadores chinos… Si tal cosa se impusiese en plan ricardiano, los señores inversores, raza estupenda, volverían a entusiasmarse con nosotros, tan mansos, tan puntuales, tan buenecitos, tan tirados. El mundo va lanzado por ese infame camino. Tomemos nota:  Mercedes Benz ha optado por traspasar parte de su producción a Estados Unidos, donde el crecimiento del Tercer Mundo ha creado inmensas bolsas de trabajadores a precio de saldo… La lógica de este sistema oligarco-coroporato-cleptocrático no perdona ni siquiera a los ciudadanos de la potencia hegemónica, un serio aviso para caminantes.

lunes, 21 de diciembre de 2009

LECTURAS RECOMENDADAS

Hace mucho, mucho tiempo que el poder se desbocó. De manera que no tiene nada de extraño que asistamos a grandiosas puestas en escena, destinadas a marear la perdiz. Lo de Copenhage se veía venir. Cada vez que parece que se va a entrar en razón, resulta que no.
El poder va a lo suyo, como siempre, burlando nuestras expectativas de la forma más burda. Hasta el punto de que uno llega a dudar de los fundamentos morales de nuestra civilización, ya metida en una galopada nihilista.
Para tener una idea aproximada de la clase de mundo en que nos ha tocado vivir, considero recomendable la lectura del valiente libro de Naomi Klein, La doctrina del shock, El auge del capitalismo del desastre (Paidós, 2007), donde se muestra a las claras el absoluto desprecio por el ser humano que se ha apoderado esta civilización arrogante. Se deduce que, como han sido tratados los rusos o los sudafricanos, seremos tratados todos, con la correspondiente mezcolanza de medidas coercitivas y chantajes. También parece recomendable leer con sumo detenimiento el libro de Niall Ferguson, La guerra del mundo (Debate, 2009), no sea que nos creamos demasiado buenos. Y añadiría también Democracias S.A - La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido (Katz, 2008), de Sheldon Wolin. Avisados sí que estamos, ilustrados también. Ya están todas las cartas bien visibles, boca arriba…

domingo, 13 de diciembre de 2009

OBAMA, PREMIO NOBEL DE LA PAZ…

No deja de ser penosamente instructivo que el mismo día en que tocaba celebrar un nuevo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), nos tengamos que ver con la pieza oratoria que el presidente Barack Obama pronunció en Oslo.

El flamante premio Nobel de la Paz ha hecho saber al mundo que debemos contarlo entre los defensores de la “guerra justa”, cuyos requisitos –esto no lo dijo– fueron establecidos allá por el siglo XIII. El problema, desde entonces, han sido precisamente las guerras justas, no en la teoría sino en la práctica. Imbuido un jefe militar de la creencia de que está librando una guerra justa, ¿quién lo va a parar? Tenemos mucha y muy triste experiencia al respecto.

A juzgar por la pieza oratoria de Oslo, bien se ve que Obama es un avezado jurista, que sabe matizar, que trata de hacerse entender, que procura mostrarse ecuánime, pero precisamente por ello el resultado se puede considerar más inquietante que la impetuosa tosquedad de su predecesor, el cristiano renacido George W. Bush. No debo ocultar mi preocupación. Junto al oscurantismo religioso, nos ronda otro no menos deletéreo, de orden puramente intelectual, de mal pronóstico también. ¿Se puede confundir el ejemplo de Mohadas Gandhi o de Martin Luther King, hombres grandes de verdad, con… el de Ronald Reagan? Obama acaba de hacerlo, con naturalidad pasmosa.

Recordar la “guerra justa” contra Hitler y el nacionalsocialismo con la intención de justificar lo de Afganistán es, se mire por dónde se mire, un sofisma de la peor especie. ¿De verdad cree Obama, tan inteligente e instruido, que se puede comparar una cosa con otra? ¿Cree que Santo Tomás de Aquino le haría el favor de considerar justa la guerra que se está librando en Afganistán?

lunes, 7 de diciembre de 2009

LOS DAÑOS QUE NO QUEREMOS VER

Contamos los muertos, nos acordamos a veces de los heridos, calculamos el número de los hambreados, e incluso el de los obesos, pero pasamos por alto sistemáticamente todo lo relativo a los daños físicos, emocionales e intelectuales que arruinan el desarrollo de los supervivientes, de las personas “normales” e incluso de las afortunadas, por lo general corroídas por dentro. Ni siquiera vemos esos daños.

Si un artista frustrado es un buen contable, si un hombre de espíritu acaba convertido en un amargado jefe de personal, no vemos el menor motivo para preocuparnos. Un especialista en gases a baja presión, aunque no sepa reír, nos parece admirable y digno de imitación, sobre todo si tiene una piscina en el jardín. Si un muchacho se hace con un máster –con cualquiera–, sin duda merece un aplauso, como su familia, aunque ésta vaya a rastras por la vida.

Si un joven es más listo de lo que conviene a sus coordenadas sociales y laborales, no nos damos cuenta. Si un parado encuentra trabajo, aunque sea en un sótano y sólo por treinta días, nos alegramos sin el menor remordimiento. Si nos presentan al hijo de una pareja de desdichados, a duras penas nos daremos cuenta de que tendrá problemas que no merece. Si nos enteramos de que unos niños trabajan recolectando flores, nos complacemos en la idea de que así pueden contribuir a mantener a sus familias. Pues bien, todo eso es lamentable. Una civilización que se asienta sobre la idea de que el ser humano se debe conformar con una décima parte de sus posibilidades está condenada al fracaso.

jueves, 3 de diciembre de 2009

AFGANISTÁN ME DUELE

Acabo de leer el discurso pronunciado por Obama en la Academia de West Point, sin encontrar, en el fondo, nada nuevo, ningún motivo esperanza. Por lo que se ve, ha optado por una especie de huida hacia adelante. Enviará al frente treinta mil soldados más y pide a los aliados que no dejen a Estados Unidos en la estacada. Es inevitable recordar que la Unión Soviética se desangró precisamente en Afganistán.

Según parece, el trabajo de “estabilización” debe estar concluido en dieciocho meses. No termino de comprender cómo se puede aspirar a ello en tan breve plazo, tras ocho años de infructuosos esfuerzos. Ahora, ya con poco dinero para modernizar aquello, con la maquinaria militar forzada al máximo, se busca el KO, al parecer a la desesperada, lo que promete una gran violencia.

Con tan corto espacio de tiempo para cumplir su misión, los soldados norteamericanos y sus aliados se verán en una disyuntiva atroz sobre el terreno. Seguir como hasta ahora, o lanzarse a por todas sin ningún miramiento. Por eso, si cabe, Afganistán me duele más que ayer. Los afganos inocentes, que se verán pillados entre varios fuegos a la vez, merecían algo mejor de nosotros.