martes, 9 de junio de 2009

¿QUÉ DERECHA HA GANADO LAS ELECCIONES?

La victoria de la derecha en las elecciones europeas no se puede considerar sorpresiva; se veía venir, dado el comportamiento de la izquierda, visiblemente incapaz de aprovechar el efecto Obama.

Si contemplamos el panorama sin las anteojeras de nuestra campaña electoral de pandereta, reconoceremos que Europa se enfrenta a una crisis económica de incalculable alcance, acerca de cuyas consecuencias políticas no cabe dudar. ¿En qué quedará el sueño europeo?

En el Parlamento Europeo tomarán asiento no pocos euroescépticos y xenófobos, lo que, hablando con franqueza, no augura nada bueno. No es la primera vez que un Parlamento se ve asaltado por gentes que están lejos de tomarse en serio las reglas de juego convenidas.

Descontada la responsabilidad de la izquierda, el porvenir de Europa como proyecto depende ahora, en gran medida, del comportamiento de la derecha, con la particularidad de que ésta no constituye una fuerza homogénea. Cabe preguntarse qué porción de ella ha salido victoriosa.

A grandes rasgos, si dejamos fuera de nuestro análisis a fuerzas como la del holandés Geert Wilders, hay una derecha conservadora, más o menos fiel a la tradición de Jean Monnet, Alcide De Gasperi y Konrad Adenauer, en cuyas manos el proyecto europeo no corre ningún peligro, y hay otra derecha que, siguiendo las enseñanzas de Hayek, no se siente conservadora en absoluto.

De esta segunda derecha cabe temer comportamientos sorpresivos, probablemente incompatibles con el sueño europeo original, así como, dada su pujanza, una desviación de los conservadores, lo que sería lamentable.

El resultado electoral podría agravar una deriva que ningún observador serio debería pasar por alto. Porque ya hemos visto cosas muy raras. ¿O acaso se imagina alguien a Adenauer proponiendo la jornada laboral de sesenta y cinco horas o la calamitosa “directiva de la vergüenza”? ¿Cómo pudo llegar Alejandro Agag a la secretaria general del Partido Popular Europeo?

Por mi parte, confieso que soy incapaz de imaginar a Alcide De Gaspari tomando el té con Il Cavalieri en la villa de Cerdeña. Y tampoco me imagino Jean Monnet charlando amablemente Hashim Thaçi y prometiéndole una fácil entrada de Kosovo en la Comunidad Europea, que es precisamente lo que acaba de hacer Sarkozy, como si el líder kosovar hubiera disipado las odiosas sospechas que pesan sobre el comportamiento del ELK, del que fue máximo dirigente [véase Carla del Ponte, La caza, Yo y los criminales de guerra, p. 305 y ss.]

La Europa de los derechos humanos, de la política social, tenía un rostro; la que ahora se insinúa podría tener otro muy distinto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario