martes, 16 de junio de 2009

LA CRISIS DE LA IZQUIERDA EUROPEA

La izquierda europea se encuentra en crisis y hasta se puede adelantar que, de seguir así, acabará siendo abducida por la derecha, como acredita el caso de Tony Blair. Forma parte de la lógica de la posmodernidad que personajes como él, de los cuales hay muchos, encuentren un feliz acomodo en la élite del poder, como comparsas necesarios.

Se comprende que tras el derrumbe de la Unión Soviética la derecha de intereses se haya crecido. Esta derecha se veía obligada a hacer muchas concesiones para que el “mundo libre” pudiera presumir de mejores escuelas y hospitales que el enemigo comunista. Así, en cuanto éste dio las primeras muestras de flaqueza, empezó a sacudirse de encima "la pesada carga de lo social", siempre en pos de negocios fabulosos, y para ello nada mejor que contar con la complicidad de unos buenos izquierdistas.

Ahora bien, ¿por qué tenía la izquierda europea que dejarse reducir a la condición de oso de feria? ¿Acaso no había representado el llamado “socialismo real” una pesada hipoteca para quienes sueñan con algo más que un termitero? ¿Cómo es posible que no se aprovechase la desintegración de la Unión Soviética para redescubrir la herencia intelectual de la izquierda que fue aplastada por Lenin y Stalin? ¿Cómo es posible que se dejase en manos de personajes como éstos el monopolio del izquierdismo, con la consiguiente incapacidad para pensar un mundo mejor, con la consiguiente desilusión?

¿No era el momento de redescubrir el socialismo no totalitario, quiero decir el socialismo liberal, el socialismo libertario, democrático y no termítico? No, por lo visto. Era, simplemente, la hora de una socialdemocracia claudicante, incapaz de hacer valer sus razones.

Porque los capos de la izquierda –no necesariamente pensantes–, entendieron que era mejor darse aires tecnocráticos para una mejor instalación personal en sistema. Y de tanto compadrear en las alturas, no sólo se olvidaron de sus representados y del compromiso con la humanidad, sino también de recordar a la derecha sus deberes sociales más obvios. Se trata de dos gravísimos fallos históricos, que otra izquierda tendrá que enmendar, esperemos que no a la desesperada. El sistema democrático europeo no aguantaría una izquierda cortada según el odioso patrón bolchevique, pero necesita una izquierda creativa, liberal, ilustrada, actualizada... y decidida a cumplir responsablemente su función.

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